Este es el lugar de partida de Quito: su historia, memoria social y desarrollo urbanístico se erigieron desde aquí en la época colonial. Aunque también hay registros de este espacio como un punto de comercio y centro administrativo desde el Imperio Inca.
En la actualidad, las rutas de turistas o los paseos de colegio tienen a la Plaza de la Independencia (Plaza Mayor o Plaza Grande) como parada infaltable, sin importar las condiciones meteorológicas, sociales ni políticas. Y es que en ella, y en sus manzanas aledañas formadas en un trazado de damero -similar a un tablero de ajedrez-, se han desarrollado varios capítulos de la historia de Ecuador.
En esta mañana de viernes, los paraguas de diferentes colores marcan el ritmo de una plaza con pocos peatones. Los guías explican a los visitantes la historia del monumento a la Independencia, que en las intervenciones que ha tenido (la última en 2022) ha revelado su testimonio: impactos de balas, piezas faltantes y nidos de abejas y palomas.
También hablan de la plaza, que ha sido testigo de derrocamientos de presidentes, el asesinato de uno, el linchamiento de otro y el escenario de protestas, desfiles, procesiones religiosas, discursos, segregación étnica y más. La Plaza Mayor, que ahora es un símbolo de lo público, en 1910 fue cercada con verjas de hierro y portones de piedra en las esquinas para restringir el paso a quienes utilizaban ponchos y andaban descalzos.
Aquí, en el corazón de Quito, hoy se viven paseos con historia, cultura y gastronomía.
Las cúpulas de la iglesia
La Catedral está ubicada en el espacio que ocupó la primera iglesia de Quito; una construida con adobe y paja en 1535, según los historiadores. Su edificación, como símbolo del poder de Dios, ha compartido espacio vecinal con el poder presidencial y el municipal.
En estos días, los turistas la encuentran copada con las celebraciones de Semana Santa, como el Arrastre de Caudas, que se realiza cada año en su interior.
Esta mañana, el órgano tubular suena. Su pianista repasa las notas de música sacra, que acompañan el recorrido hacia las cúpulas, por un estrecho y oscuro túnel.
Arriba, desde uno de los puntos más altos de la Catedral Primada de Ecuador, se observa la maqueta de la plaza en su esplendor, entre árboles, paraguas y piletas.
El postre del cucurucho
Su vecino, el Hotel Plaza Grande, ha convertido a dos postres en un ritual sorpresivo lleno de símbolos. Las luces de la cafetería se apagan; la luz entra por los ventanales de madera que miran a Carondelet; y la música ambiental cambia por el sonido de campanas.
Las miradas de los comensales advierten que algo se acerca a la mesa. En un lento caminar al ritmo de campanas, un cucurucho lleva una pequeña cacerola de paila con helado, que desprende humo blanco. Unos minutos después, la música de instrumentos andinos da la pauta de entrada a un diablo huma con un Solsticio ecuatoriano. Es un plato que mezcla sabores dulces de las cuatro regiones del país; ya en la mesa lo baña con una neblina blanca: la de los Andes.
Los postres y la experiencia están servidas en un hotel edificado sobre un solar que fue entregado al líder de la conquista española, Francisco Pizarro. Después de años y cambios, se edificó el Hotel Majestic, antecesor del actual, que aún conserva piezas y detalles de 1943.
La vida de claustro
Sobre la misma calle García Moreno, que aloja a este hotel, tres cuadras al sur se encuentra el Museo del Carmen Alto. Este lugar guarda en sus diferentes salas la historia de la vida de claustro de las religiosas de la Orden Carmelita Descalza y de la primera santa ecuatoriana, Mariana de Jesús. Las primeras son sus residentes actuales, la última lo fue en el siglo XVII.
Mientras las visitas recorren los pasillos de su hogar, con murales de hace 300 años, la vida contemplativa de las monjas ocurre en absoluta reserva en los claustros posteriores al museo.
A este monasterio ingresan mujeres a cursar el postulado y noviciado durante nueve años. Después de este tiempo pasan a cumplir su voto de silencio y retiro voluntario. Así lo han hecho por casi cuatro siglos.
En este lugar, cuenta la guía del museo, Nataly Albán, reside una de las últimas carmelitas que entregó el pago de una dote como uno de los requisitos para ingresar a la Orden. La hermana Beatriz hoy tiene más de 90 años y convive en fraternidad con otras 19 monjas de clausura.
TIPS
Estos días prevalece la presencia de lluvia, durante la mayor parte del día en el centro de Quito.
Las entradas a las cúpulas y al museo cuestan USD 3. Los postres del hotel están en USD 7,50.
Se recomiendan utilizar zapatos cómodos para la caminata y el ascenso a las cúpulas.
En el museo se puede ver en vivo el trabajo de los restauradores en los murales de hace 300 años.
UBICACIÓN
La propuesta es un paseo con cuatro paradas en esta zona del Centro Histórico:
Paseo y fotos en la Plaza Grande
Subir a las cúpulas de La Catedral
Tomar un helado y postre a media mañana en el Hotel Plaza Grande
Conocer el Museo del Carmen Alto
VIDEO
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